Intolerantes a la lactosa y celíacos, ¿todavía te confundes?

por | 20 junio, 2018

Es común la confusión entre intolerantes a la lactosa y celíacos para aquellas personas que no están al tanto de este tipo de problemas. Cada vez hay una mayor formación en el mundo de la hostelería, donde hasta hace poco tiempo era frecuente que ofrecieran a alguien con intolerancia a la lactosa leche desnatada. La leche desnatada, evidentemente, tiene la misma cantidad de lactosa que la leche entera, lo único que no tiene es grasa.

También es común cometer errores en los etiquetados por parte de las marcas. Por ejemplo, etiquetar algo como nata sin gluten es totalmente innecesario ya que la nata, de por sí, no tiene gluten. Lo que sí que podría ser es nata sin lactosa, un producto cada vez más frecuente en todas las tiendas y que permite a los intolerantes ser un poquito más golosos en sus postres.

En algunas ocasiones, este tipo de etiquetados no se producen por error. Hay un doble motivo para ello. Por un lado, las marcas afirman que lo hace para dar mayor seguridad a los celíacos que al ver que algo no lleva gluten pueden comprarlo directamente sin comprobar los ingredientes que contiene. No obstante, esto no es del todo cierto.

Quién es celíaco sabe que no se trata tan solo de que el producto no tenga gluten, sino de que no haya sufrido contaminación cruzada. Por ejemplo, un pan de trigo sarraceno no contiene gluten por sus ingredientes, pero si se ha cocido en un horno que se usa habitualmente para pan de trigo estará contaminado por el mismo y no será apto para celíacos.

Por tanto, la etiqueta correcta sería la de apto para celíacos y no la de sin gluten. Esa es la que daría auténtica seguridad a estas personas. La otra, parece encajar mucho mejor en las modas actuales de dietas sin gluten para personas no celíacas. Por tanto, poner en un envase que algo no tiene gluten es más un guiño a este tipo de clientes que a los que realmente tienen un problema con esta proteína.

Por suerte, tanto el comprador como el vendedor tienen cada vez más información y saben más sobre lo que compran y venden. De esta manera, se evitan muchos errores que pueden causar problemas de salud y que son provocados por la ignorancia sobre las intolerancias, alergias y demás problemas alimenticios.