Mi hijo ha vuelto de su excursión sobreexcitado. Suele suceder con todos los niños cuando salen un poco de su ‘hábitat’ natural. Las excursiones siempre son motivo de fiesta, aunque algunos niños puedan sentir algo de vértigo dependiendo de la naturaleza de la salida. En este caso, mi hijo tenía algo de miedo porque siempre ha sentido bastante respeto por el mar. Nosotros ya sabíamos de antemano que en su cole organizan viajes de grupos escolares a ons, pero no lo dijimos hasta que ya no había más remedio.
Cuando era pequeño, nuestro hijo nunca mostró mucho interés por el agua. Recuerdo que en los primeros veranos en la playa no quería ni acercarse al mar. De hecho, incluso lloraba si veía que tanto la madre como yo nos bañábamos. Teníamos que hacerlo de ‘tapadillo’. Supongo que se debía a que para él el mar era como algo misterioso e inabarcable… y le daba miedo que nos metiéramos allí y no volviéramos.
Con el tiempo más o menos lo fue superando y finalmente aprendió a nadar… pero en piscinas. Del mar todavía no quería saber nada. Y eso cuando vives a dos pasos del mar puede suponer algún problema. Por eso cuando nos avisaron desde el cole de los viajes de grupos escolares a ons empezamos a pensar en cómo reaccionaría nuestro hijo. Pero nos sorprendió que no pareciese muy preocupado cuando se lo dijeron.
Ya había montado un par de veces en barcos con nosotros y la experiencia no había sido muy buena. Pero ya fuese por ir con los amigos o lo típico de no quedar mal con los compañeros, el chaval decidió que quería ir. En la excursión les enseñarían cómo funcionan los barcos y otras actividades formativas y lúdicas también en la propia isla Ons disfrutando de su naturaleza y fantástico paisaje.
Y así fue cómo nuestro hijo superó su miedo al mar, al menos tras esta excursión ya nos ha dicho que cuando llegue el verano quiere bañarse en la playa, al principio en la orilla, pero que ya no tiene miedo, que le ha gustado mucho el viaje… y que quiere tener un barco.