Hay productos que en apariencia son sencillos pero que tal vez su precio nos parezca elevado. Podemos encontrar en el mercado artículos similares a precios más reducidos pero, ¿estaremos realmente ante el mismo producto?
En la mayoría de los casos no. Porque nadie regala las cosas y cuando hay una diferencia de precio también la hay en el artículo y, normalmente, tiene que ver con la calidad de este. Esto es algo que no se aprecia a primera vista, pero que se va a notar en el uso diario. Otras veces, por el contrario, estaríamos pagando por una marca que no aporta extras. Para conocer la diferencia hay que fijarse en los detalles.
Un ejemplo fácil de ver lo encontramos en las deportivas. Dejando a un lado lo que pagamos por una marca o por un diseño, podemos encontrar dos zapatillas deportivas aparentemente iguales y una costará el doble que la otra.
Pero cuando nos las ponemos, tal vez la horma cambie y una sea muy cómoda mientras que la otra no. La suela suele ser la principal diferencia, tanto en la comodidad de la plantilla interior como en la resistencia de la suela exterior.
Y si hablamos de botas de trabajo en lugar de zapatillas, podemos encontrarnos que unas botas que aparentemente son idénticas no están homologadas y no valen para el trabajo porque no cuentan con detalles fundamentales para la actividad que realizamos.
Tal vez, el fabricante de las botas no haya contado con un fabricante de Cordón ignífugo que aporte una seguridad extra a este tipo de calzado o quizás lo que en apariencia es un material resistente y duro no soportaría la caída de un objeto pesado.
Objetos tan sencillos como unos calcetines pueden ser otro buen ejemplo. Dos pares de calcetines básicos pueden tener una gran variedad en el precio, tal vez porque unos sean de algodón cien por cien de calidad y los otros de poliéster. Los de algodón absorberán el sudor y no causarán roces, mientras que los de material sintético pueden acabar resultando molestos e incluso causar hongos a medio plazo.