Recuerdo un día cuando era niño que me mandaron a comprar cinta para fruncir cortinas y si digo la verdad no tenía ni idea de lo que me estaban pidiendo que comprase. No sabía lo que era la cinta de fruncir pero cuando llegué a la tienda y me dieron lo que les había pedido supe perfectamente lo que era, era la cinta que suele ir en la parte de abajo de las clásicas cortinas de toda la vida.
Eso me pasaba cada dos por tres, me mandaban a comprar cosas constantemente y yo no sabía casi nunca lo que tenía que comprar. Eso hoy en día ya no pasa porque teniendo los teléfonos móviles que tenemos rápidamente buscamos lo que no sabemos. Eso hace que todo sea mucho más aburrido, porque le quita el interés a saber si has comprado lo correcto o no.
Los móviles han transformado nuestra vida de una forma bastante radical y solamente hay que ir por la calle con los ojos abiertos para ver que la gente está completamente enganchada a sus móviles. No son capaces ni de levantar la mirada de sus teléfonos ni para cruzar la calle. Por fortuna yo vengo de otra generación en la que no dependíamos de los móviles y es algo que a mi no me tiene obsesionado pero que a otros muchos sí. La gente está atrapada en las redes sociales que es algo que yo aborrezco porque no le encuentro ninguna clase de sentido. ¿Por qué seguir a alguien que no conoces? Si tengo que decir la verdad es algo que no puedo comprender y que no voy a tener nunca. Ya muchas veces hasta el whatsapp me tiene un poco saturado, porque en los grupos mucha gente no sabe distinguir lo que es un grupo y una conversación privada entre dos miembros del grupo. Hay un grupo en el que me meten que estoy cansado de salir del grupo porque no me interesan las conversaciones que tienen varios de ellos que se creen mejores que el resto, pero me siguen metiendo a pesar de que no quiero estar en él.