Hace ya muchos años que una grave lesión de rodilla me impidió seguir jugando al fútbol sala. Después de operarme la rodilla jugué un poco más pero me di cuenta de que ya no era lo mismo de siempre y tenía que andarme con ojo para no volver a romperme la rodilla. Por lo que decidí que ya no iba a jugar más. Mi carrera deportiva comenzó en los equipos de fútbol sala que se organizaban todos los años en mi colegio para jugar contra otros colegios de mi ciudad, más adelante cuando ya llegué al instituto comencé por jugar en la liga interna de mi instituto, pero eso no era lo suficientemente competitivo y me busqué un equipo de barrio con unos compañeros míos de clase. Encontramos un equipo en el que jugar, pero el delegado del equipo era un poco raro. Al parecer era logopeda, ya que tuvimos que ir hasta su Gabinete de logopedia Vigo para llevarle las fotos y el dinero que hacían falta para las fichas del equipo. Por lo menos nos conseguía los equipajes con los que jugábamos porque el resto lo teníamos que poner de nuestra parte. Como en esa época todavía no teníamos la edad correspondiente para sacarnos el carnet de conducir no nos quedaba más remedio que tener que ir a jugar en el autobús público, el cual no siempre te dejaba cerca del campo en el que íbamos a jugar, así que muchas veces nos tocaba andar un buen rato desde la parada del autobús. Con el paso de los años encontré otro equipo un poco más profesional y ese fue mi equipo hasta que me lesioné la rodilla. En ese equipo jugué durante casi quince años y fue una de las épocas más felices de mi vida, pero ya se sabe que nada dura eternamente y los años buenos se esfuman rápido.
Hoy en día ya ni tan siquiera voy a ver los partidos de los equipos de mis amigos como solía hacer antes, para mi es muy duro ver jugar a los demás y no poder hacerlo yo.