Los muebles para patios y terrazas son a menudo los grandes olvidados de la decoración, quedando relegados a un segundo plano por considerarse artículos estacionales, de esos que únicamente se echan en falta en primavera y verano. Sin embargo, el mobiliario de exterior contribuye de manera esencial al valor estético de cualquier propiedad, también durante los meses de invierno.
Para acertar en su elección, es recomendable prestar atención a la calidad y resistencia de sus materiales. A diferencia del mobiliario de interiores, las sillas, sofás y mesas de exterior deben resistir los cambios de temperatura y la exposición solar de la intemperie. El aluminio, el polietileno y las maderas tratadas serán compatibles con estas adversidades, mientras que otros como el hierro sin esmaltar sufrirá un deterioro acelerado.
Sabiamente elegido, el material del mobiliario de terrazas requerirá un mantenimiento mínimo, como sucede con la madera y el metal debidamente tratados. La renovación anual o bianual de la pintura o el esmalte no debe asustar a los inquilinos, ya que son prácticas necesarias para garantizar una larga vida útil a cualquier producto situado al aire libre.
Que esta clase de mobiliario no esté en contacto con la decoración interior no significa que su diseño deba tomarse a la ligera. Este debe armonizar con la estética de la terraza y del resto del hogar. De lo contrario, transmitirá una impresión discordante y fuera de lugar a las visitas.
El pragmatismo es una cualidad indispensable en sillas, sofás y demás muebles para exterior. La disponibilidad de cobertores para la lluvia o de elementos plegables y partes móviles para facilitar el tránsito impedirán que se conviertan en un estorbo mientras permanecen en desuso.
Finalmente, el mobiliario de terrazas debe poseer un alto grado de comodidad. En este sentido, su valor ornamental no debería entrar en conflicto con el confort, necesario en momentos de relax al aire libre.