Cuando nació nuestra hija, no reparamos en gastos en algunos aspectos. Tanto mi mujer como yo teníamos más o menos claro que iba ser el único hijo así que no tuvimos que apretarnos tanto el cinturón. Y una de nuestras compras más lujosas fue la trona, un producto de una marca noruega que presume de ser una de las mejores del mercado. Y la verdad es que nos ha dado un rendimiento muy bueno.
Pero la niña ha crecido y ya no quiere sentarse en una trona, pese a que tiene un sistema que permite regular la altura y que todavía se la ve bien cómoda. Pero se trata de algo más bien de reafirmación personal. Y lo entendemos porque ya tiene una edad, quiere comer sola y estar a nuestra altura en la mesa. Así que hemos estado mirando cosas, no solo para el comedor, sino también sillas terraza porque últimamente comemos mucho fuera, sobre todo cuando el tiempo lo permite.
Con todo de estar encerrados en casa, le dimos una vida tremenda a nuestra terraza que no es inmensa, pero está bastante bien para tres. Al menos nos permite tener una mesa y un sofá, así que puede funcionar tanto como comedor como zona de descanso. Hasta en las noches calurosas nos hemos hecho unas jornadas de cine de verano viendo las estrellas. Aunque nos ha costado unas cuantas picaduras de mosquito, eso también hay que decirlo.
Como a mí no me gustan muchos los trastes, hasta ahora en casa solo teníamos dos sillas normales, su trona y algunas plegables que sacábamos cuando viene gente a casa. Teniendo en cuenta que el salón, y también la terraza últimamente, se convirtió en un campo de batalla para la niña, para qué tener otras dos o tres sillas molestando por ahí. Es cierto que me llevó algún que otro ‘debate’ con mi mujer, pero me salí con la mía.
Pero ahora ha llegado el momento de comprar sillas terraza para la niña y también para el comedor. Tendré que aguantarme. Mi mujer ha dicho que si no quiero más sillas que podemos regular la trona y la uso yo y la niña se queda con la mía. Lo voy a pensar.